13.1.22

Sin justicia no hay democracia.


Se extiende la violencia impune contra comunidades indígenas en Costa Rica

Por Fabián Pacheco y Mauricio Álvarez, ecologistas

Mientras la mayoría de las personas celebraban las fiestas de fin de año en compañía de sus seres queridos, a Leonel García Segura, indígena cabécar de Territorio de Bajo Chirripó en Matina lo intentaron matar picándolo literalmente a machetazos, un hombre de apellido León y su hijo, quienes son usurpadores del territorio indígenas y quedaron libres de semejante acto. Entre tanto, la vida de nuestro compañero estuvo en juego en cuidados intensivos del Hospital Tony Facio, de Limón.

Leonel está vivo de milagro y gracias a una atención médica oportuna. El 30 de diciembre del 2021 fue llevado por la Cruz Roja a la clínica de Matina y de ahí a emergencias de Limón, donde sigue internado en recuperación. El intento de asesinato fue un acto de muchísima violencia y ensañamiento, le machetearon todo el cuerpo: brazos, piernas y manos. Las lesiones más profundas y extensas se las produjeron en el lado izquierdo de la cara, oreja, mejilla, cráneo, mandíbula y hasta el cuello, quedando estos últimos con hematomas importantes.

Estas heridas le produjeron un intenso sangrado por boca y nariz, por lo que requirió ser entubado en alguno de los momentos críticos. Tuvo infecciones graves por lo que ha tenido un fuerte tratamiento de antibióticos. Con los días ha podido mejorar, ha bajado la inflamación; pero hay que seguir estudiando el avance de los hematomas y posibles daños permanentes.

Su esposa Gennye Segura Pino cuenta que: “al principio cuando me enteré yo no sabía qué hacer, a quién llamar, a quién avisar, ni me salían las palabras para contar lo que pasó, ese hombre blanco siempre lo andaba amenazando y le decía yo lo voy a hacer picadillo, y eso fue lo que hizo, lo picó por todo el cuerpo. Leo está todo cortado con machete y ahora cada herida tiene 4 o 5 puntadas, pero la cortada más grande está en la cara, la oreja y el cuello”. Sigue el relato diciéndonos que “Leonel ya salió de cuidados intensivos, sigue en recuperación esperando que baje la inflamación de todo su cuerpo, de esas heridas se pueden curar; pero en el corazón le va quedar eso para siempre”.

Lo más indignante de todo es que las personas que casi lo matan están libres mientras Gennye está viajando día a día hacía el hospital de Limón para estar pendiente de la recuperación de Leonel. Por eso hemos activado una campaña de solidaridad económica con la familia y pueden comunicarse con nosostros (bloqueverde@gmail.com) o directamente con Gennye y depositar en su SINPE.

Leonel es actualmente secretario de la Junta Directiva de la Asociación de Desarrollo Integral (ADI) del Territorio Cabécar de Bajo Chirripó en Matina. Nosotros lo conocemos desde hace casi 20 años, y desde siempre él ha sido un activo defensor de su territorio, cultura, semillas, de la tradición oral y todo el acervo de conocimientos ancestrales que guardan los cabécares.

Caminamos por las montañas de su territorio y muchas otras comunidades indígenas donde Leonel era siempre el primer apuntado a ir a buscar semillas, a enseñarnos la etnobotánica cabécar, a buscar un cantor o un Jawá (médico indígena) para ir hacer un festival o para hacer un Ju tsi̱ní̱̱i̱ (casa tradicional). Con Leonel conocimos casi todos los territorios indígenas cabécares del país para hacer distintos proyectos de fortalecimiento cultural, agrícola, ordenamiento y defensa del territorio ante las constantes amenazas de hidroeléctricas, minería, expansión del monocultivo de palma, así como la invasión de personas no indígenas sobre sus territorios.

Con esta comunidad realizamos un proyecto de “Fortalecimiento de la conservación de la naturaleza mediante las prácticas tradicionales de conservación que desarrollan las comunidades indígenas cabécares de Bajo Chirripó y Nairi Awari”, donde se logró plasmar un plan de gestión del territorio a partir de los conocimientos ancestrales de la cultura cabécar sobre el uso y aprovechamiento de los bienes naturales, culminando en una propuesta participativa de zonificación del territorio para habitar y producir, respetando los sitios sagrados y las normas de uso para dichos lugares.

También desarrollamos en conjunto un proceso de fortalecimiento de la cosmovisión agrícola que incluyó el rescate y protección de la diversidad de especies silvestres y cultivadas, el cuido y cultivo de las semillas ancestrales. Pusimos en marcha un novedoso proceso de repatriación de la agrodiversidad indígena desaparecida por el proceso imperante de erosión genética. Aprendimos que en cada semilla cabécar hay una profunda gama de conocimientos culinarios, agrícolas, climatológicos, espirituales, entre muchos otros que de forma integrada constituyen una parte importante del Siwä o conocimiento ancestral.

La ADI informó del hecho mediante un comunicado donde señala que el antecedente del ataque se remonta a una denuncia interpuesta ante tribunales por “la tenencia irregular de tierras por un no indígena”, cuyo juicio se realizará hasta agosto del presente año. Sobre ese caso el Juzgado Agrario del I Circuito Judicial de la Zona Atlántica emitió en agosto pasado una medida cautelar en contra del usurpador de apellidos León Gomez para no corta de árboles, construir otra cerca e introducir más ganado hasta tanto se resuelva el caso (Voto 2021000200).

Estos hechos nos llenan de mucha tristeza, indignación y enojo, pues los usurpadores de los territorios indígenas están envalentonados, ya no se trata solo de la Zona Sur o de casos aislados, sino que la situación de impunidad alienta esta barbarie. Los usurpadores han estado cómodos por décadas con la complacencia y ayuda de los gobiernos de turno y sobre todo gracias a la impunidad que reina en tribunales de justicia. Ya es claro que matar a un indígena o marcarlo con hierro ganadero, quemarle sus ranchos o dispararles, rosearlos con agro venenos, amenazar de muerte, hacer y operar grupos paramilitares de linchamiento, o como ahora picarlos a machetazos no tiene ninguna consecuencia legal, reina la impunidad contra los pueblos indígenas en Costa Rica, ¿por qué sí son muy diligentes las autoridades para juzgar u ordenar desalojos contra pueblos indígenas, pero no lo contrario? La justicia en este país no puede ser más racista y por ende está podrida y sin justicia no existe la democracia.

Este hecho no es aislado pues en diciembre también se denunciaron las reiteradas amenazas de muerte contra el campesino ecologista Alcides Parajeles (Semanario Universidad, 6-1-22 y SURCOS) y se dieron hechos violentos en los territorios indígenas cabécar de China Kichá y bribri de Cabagra, denunciados por la Coordinadora de Lucha Sur Sur, quienes llevan un registro y proceso de denuncia sistémico con un total de 86 incidentes de violencia dirigida contra los pueblos indígenas que fueron registrados solamente durante 2020, en cuenta el asesinato de Jehry Rivera, del pueblo Bröran, y el intento de homicidio contra Minor Ortiz, del territorio bribri de Salitre. Hay otras 12 personas amenazadas de muerte de los Pueblos Indígenas del Sur, además de otras dos personas no indígenas y defensoras de los derechos humanos.

Nuestro llamado es a una movilización de la sociedad, de sus fuerzas vivas a unir esfuerzos con los pueblos indígenas y el ecologismo comunitario. La justicia no llegará sola, hay que pelear y poner en evidencia la impunidad que reina en las “otras Costa Ricas”, las profundas y silenciosas que han despertado para siempre.