12.11.13

¿Por qué no recomendamos aprobar el Protocolo de Nagoya?

El protocolo de Nagoya (PN) en teoría busca el acceso justo y equitativo de los beneficios derivados del uso de los recursos genéticos. Fue adoptado a finales de 2010, durante la celebración de la CoP-10 para implementar la Convención de Diversidad Biológica (CDB).


Actualmente, la Comisión de Ambiente de la Asamblea Legislativa discute sobre su ratificación y para ello, solicitó el  criterio a la Red de Coordinación en Biodiversidad (RCB), miembro de FECON, con un asiento en la Comisión Nacional para  la Gestión de la Biodiversidad de Costa Rica (CONAGEBIO).  La RCB emitió el voto negativo con respecto al Protocolo de Nagoya (PN) el 14 de agosto del año pasado (ver criterio completo).

En nuestra comparecencia ante la Comisión, señalamos: “que el Protocolo no ha sido consultado a la población indígena tal como lo exigen algunos los tratados internacionales, a pesar de que esta comisión está casi a las puertas de dictaminarlo” (Ver segundo criterio).

Para los ecologistas, el PN no cumple con los objetivos de defender los recursos genéticos y el conocimiento asociado a ellos, ni tampoco significa un respaldo para Costa Rica ni a nuestra Ley de Biodiversidad, frente a los Tratados de Libre Comercio. Su ratificación implicaría compromisos económicos y diplomáticos para el país, que no tendrían una contraparte en el fortalecimiento de la legislación aplicable para la defensa de la biodiversidad.

El PN Abre el portillo para que los recursos de la biodiversidad, considerados de dominio público en Costa Rica, queden sujetos a mecanismos internacionales de solución de controversias como si fueran simples bienes patrimoniales del dominio privado (Por ejemplo: Caso Crucitas, Harken, entre otros). Además, no resuelve la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados, ni aborda el caso de los recursos de la biodiversidad que ya han sido transferidos hacia países del primer mundo.

El texto del Protocolo fue elaborado final y apresuradamente por un pequeño grupo, y se aprobó contra tiempo luego de más de seis años de negociaciones sobre el tema. Por ello, este texto no refleja las preocupaciones que se habían venido planteando en todo ese tiempo, principalmente por el  Grupo de Países Megadiversos, sobre la  obligatoria la presentación del certificado de origen para tener acceso a la biodiversidad. El Protocolo de Nagoya desechó esta posibilidad y, al hacerlo, se convierte en un instrumento débil y sin mecanismos concretos para asegurar la protección de la biodiversidad, los objetivos del CDB y del mismo Protocolo.

Los Países Megadiversos, establecieron durante todo el proceso de negociaciones sobre el acceso y la distribución de beneficios, que unas disposiciones de cumplimiento débiles resultarían en un Protocolo insignificante e inaceptable.

Los mecanismos de ejecución del Protocolo dependen de la voluntad y posibilidades de cada país. Si esa voluntad existe, Costa Rica puede cumplir con lo que establece el CDB sin necesidad de suscribir un nuevo acuerdo internacional que se convierte en una apuesta en el vacío, a favor de un Tratado que dejó conscientemente, importantes  los términos aspectos sin abordar.

El ingreso a las comunidades y  la participación en los beneficios que se obtengan de la biodiversidad  afecta directamente a los pueblos indígenas, y por lo tanto, el Protocolo de Nagoya debe ser consultado bajo el procedimiento establecido en el Convenio 169 de la OIT.  La Asamblea Legislativa no puede ignorar esta obligación, bajo el riesgo de incumplir compromisos nacionales e internacionales ya asumidos.

El Protocolo de Nagoya no proporcionaría certidumbre legal a las comunidades ni a los países que poseen la biodiversidad y el conocimiento asociado, y más bien debilitaría los esfuerzos nacionales de implementación del CDB. Por último, es importante comentar que al 1° de octubre el presente año, después de  dos años de haber sido aprobado este Tratado, sólo había sido ratificado por 25  países de los 50 que hacen falta para entrar en vigencia. Por todo esto, los ecologistas invitaron  a los señores y señoras diputadas a NO ratificar este convenio y menos, sin haber ejecutado el proceso de consulta a los pueblos indígenas.