2.8.07

EL TLC Y LA AGRICULTURA: CON EL TLC CEDEMOS EL CONTROL DE LAS SEMILLAS

JUNTA PATRIÓTICA

MOVIMIENTO DEL NO AL TLC

Aporte número I, preparado para la Junta por la Dra. Silvia Rodríguez Cervantes

17 de julio de 2007

“El agricultor que trabaja es el primero que tiene

derecho a percibir los frutos de la cosecha”.

2ª. Carta de San Pablo a Timoteo, 2 -6

(No el dueño de un certificado de obtentor ni de una patente).

Todos nosotros e incluso los animales debemos comer. La cadena del proceso de producción que finalmente lleva el alimento a nuestras bocas, empieza en algún lugar con la siembra de la semilla. Disponer de tierra y controlar la semilla, guardando parte de la cosecha para la próxima siembra, son elementos esenciales para que los agricultores desempeñen su actividad con libertad.

Conocedores de la importancia económica de ese proceso hay individuos y empresas que se han propuesto arrebatar de las manos campesinas dicho control. Sin embargo, es difícil adueñarse con propiedad exclusiva, de organismos vivos capaces de reproducirse como son las semillas, los esquejes, los rebrotes o los injertos. Una de las formas de lograrlo es de tipo legal obligándonos en los tratados comerciales, es este caso el TLC, a suscribir el Convenio UPOV-91, que otorga un tipo de propiedad intelectual parecido a las patentes industriales.

¿QUÉ ES ESO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL?

La propiedad intelectual surgió como una forma de reconocer el esfuerzo de la persona que inventa un objeto nuevo, otorgándole como recompensa una patente que le permite hacer uso exclusivo de su producto o cobrar a quien quisiera emplearlo. Hasta hace poco sólo se concedía ese derecho sobre cosas y nunca sobre seres vivos, pero en 1930 Estados Unidos empezó a dar un tipo de propiedad intelectual sobre frutas, árboles y plantas ornamentales y a partir de eso se ha ido ampliando hasta otorgarse actualmente a microorganismos, plantas, animales e incluso células humanas.

¿Qué es una patente y un certificado de obtentor?

Una patente no es, en este caso, un permiso municipal para poner una tienda o una cantina. Es un derecho otorgado por una oficina del gobierno a una persona o empresa que demostró ser la autora de una idea de la que surgió un producto o un proceso nuevo. Esto significa que sólo el dueño podría vender, hipotecar, alquilar o dar una licencia a otra persona para que utilice su invento o haga plata con él, durante un tiempo determinado.

Un certificado de obtentor es una patente ”suave” concedida a quien demuestre haber producido una variedad de planta, según los criterios de una organización internacional llamada Unión para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV) . La gran mayoría de los países no otorgan patentes sobre las plantas pero cada día, bajo la presión de los acuerdos comerciales, están extendiendo más y más certificados de obtentor, y estos pareciéndose a las patentes industriales.

¿QUÉ PASARÍA SI SE APRUEBA EL CONVENIO UPOV-91 Y LA LEY NACIONAL CORRESPONDIENTE?

· Se impedirá a los agricultores guardar semillas de una cosecha a otra, intercambiarlas y mejorarlas, como es la costumbre milenaria.

· Se reducirá el número de productores de semillas. Al haber menos variedades disponibles se reduce la diversidad agrícola.

· Los castigos para aquél que sembró sin pagar los derechos al dueño van desde multas, decomiso de cultivos, destrucción de variedades “falsificadas”, prohibición de exportación, suspensión de la siembra y esto puede ser sin juicio previo y sin dar derecho de defensa al afectado.

· Se intensificará el despojo de las variedades criollas y su conocimiento asociado ya que ni siquiera se exige el “certificado de origen”, que podría ser un freno a la usurpación de dichas variedades.

· La investigación pública estaría tentada a reorientar su trabajo hacia variedades con fines de “protección intelectual” y descuidaría la investigación para los agricultores.

· Las variedades no necesariamente se mejoran. A veces sólo se roban descaradamente las variedades criollas; a veces sólo se hacen mejoras cosméticas.

· Los agricultores perderán el control de las semillas y se transferirá a las transnacionales.

Lo que está en juego finalmente es la “protección” de las inversiones y la eliminación de la competencia sobre la capacidad natural de reproducción de las semillas.

¿QUÉ PASARÍA SI NO SE APRUEBA EL TLC?

El país sería libre de aprobar la ley de derechos de los fitomejoradores, actualmente en la corriente legislativa, para cumplir con la Organización Mundial del Comercio. En esta ley se equilibran esos derechos de los mejoradores de plantas con los derechos milenarios de los agricultores y la protección de la biodiversidad.

Por otra parte, tenemos que estar preparados para no dejar que nos metan miedo quienes están a favor del TLC . Ellos dicen:

· Que sin UPOV los dueños de variedades de semillas, modernas y productivas, no van a traerlas al país y no se podrán mejorar o renovar las variedades criollas.

· Que con el acceso a tales variedades mejoradas, los agricultores locales tendrán más productividad y serán más competitivos para exportar.

¿Esto es cierto?

· Sabemos que no todas las variedades mejoradas, certificadas, patentadas o con derechos de obtentor son necesariamente las mejores ni con rendimientos comprobados. Por ejemplo, 90 productores de algodón de Texas acaban de demandar a Monsanto por haber tenido más pérdidas que ganancias con sus semillas y plaguicida patentados.

· Más bien, muchas variedades “mejoradas” han sido usurpadas de la canasta común campesina, como lo demuestran diferentes estudios bien documentados.

· Los diputados a favor del TLC parecieran olvidar que hace un año ellos mismos aprobaron el llamado Tratado Internacional de la Semilla de la FAO, el cual dice específicamente que se deben garantizar los derechos de los agricultores a conservar, utilizar, intercambiar y vender material de siembra o propagación conservado en las fincas.

· Este tratado exige, además, el flujo libre de 33 de las variedades de mayor uso para la alimentación y la agricultura. Por lo tanto, no nos vamos a quedar sin ellas.

Por último, ante esta avalancha de una supuesta legalidad, es justo y necesario acudir a otro texto bíblico que reafirma nuestros valores y alumbra nuestras posiciones ante este TLC. Esta vez es el Profeta Amós (Cap. 4-10) quien hablando de leyes injustas señala:

“!Ay de ustedes que transforman las leyes en algo tan amargo como el ajenjo y tiran por el suelo la justicia!(…) Pues bien, ya que ustedes han pisoteado al pobre, exigiéndole una parte de la cosecha, esas casas de piedras canteadas que edifican no las van a ocupar, y de esas cepas escogidas que ahora plantan no probarán el vino”.